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El milagro de los médicos cubanos

  • Fecha de publicación: 1 Abril 2020
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Doctora cubana con niña venezolana operada en Cuba en 2005. Foto Roberto Chile.
Autor: 

Roberto Chile, Maribel Acosta Damas / Fuente: Cubadebate

En tiempos de COVID-19 es bueno refrescar la memoria porque si algo viene enseñando esta pandemia para el mundo es cuánto valen la solidaridad y el entrenamiento para ponerla en práctica. Si bien nunca es tarde, se necesitan experiencia y sobre todo voluntad adiestrada para servir al otro (a) de manera efectiva y con la naturalidad de quien sabe hacerlo y lo tiene incorporado como modo de vida.

Ese es el secreto de los médicos cubanos, en Cuba y en todo el planeta. Y esa vocación no nació ayer. Tiene más de medio siglo de realidad, día tras día y con resultados palpables. Un ejemplo que vale la pena recordar: la Misión Milagro que devolvió la visión a más de 6 millones de personas de Latinoamérica.

Este fue un programa sanitario creado en el año 2004 por Fidel Castro y el Presidente venezolano Hugo Chávez con el objetivo de “llevar la más alta tecnología de la ciencia técnica de la oftalmología a los desfavorecidos de la región”.

De acuerdo con las estadísticas registradas, a través de este programa médico se operaron más de 3 millones de venezolanas y venezolanos, 691 000 correspondieron a ciudadanos de Bolivia; 171 000 a Nicaragua; 153 000 personas son de Ecuador; 136 000 son de Guatemala, más de 52.000 son ciudadanos argentinos, 40.000 son de Perú; más de 2.600 son chilenos, más de 61.000 son ciudadanos brasileños y 11.953 son mexicanos.

De igual forma, la Misión Milagro ha operado a 9 277 colombianos; 3 000 costarricenses; 67 730 uruguayos; más de 50 000 ciudadanos panameños; 28 000 paraguayos; 37 998 salvadoreños; 15 000 de Guyana; 6295 de Surinam y 62 000 hondureños.

Asimismo fueron operados de la visión 8 ciudadanos de Puerto Rico; 3077 de Belice, y también pacientes de Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, República Dominicana, Santa Lucía, Trinidad y Tobago y por supuesto, Cuba.

Excepto la propia Cuba, muchos de esos pacientes eran niñas y niños con cataratas congénitas y otras enfermedades que no habían podido ser atendidas por las condiciones de pobreza en que vivían; provenientes de familias que no tenían acceso a los servicios adecuados en sus países por los altos costos que demandaban. En general, y de nuevo con la excepción de Cuba, estas naciones no disponían de infraestructuras médicas que permitieras esos servicios, más allá de los privados.

Desde el punto de vista de la infraestructura médica, el programa se implementó tanto en los hospitales cubanos como en clínicas acondicionadas para ello en muchos de estos países con la presencia del personal de salud de Cuba. Contó con el apoyo financiero de la organización regional Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y fue realizado de manera gratuita para todos los beneficiados.

Por raro que parezca fue altamente invisibilizado por los grandes medios a pesar de que libró de cataratas y otras afecciones oftalmológicas a unos 6 millones de latinoamericanos. Representó algo que hoy se expone en la lucha mundial contra la COVID-19, la batalla entre dos modelos: el supremacista excluyente del neoliberalismo y el modelo solidario, verdaderamente cristiano y humanista del ALBA. Su nombre, Milagro, proviene de  las propias voces los pacientes, que tras la operación y poder recuperar la vista, decían en nueve de cada diez casos “esto es un milagro” y lloraban agradecidos.

A través de la Operación Milagro se operaron más de 3 millones de venezolanas y venezolanos. Foto Roberto Chile.

 

Doctoras cubanas con pacientes venezolanos, Veneuzela 2005. Foto Roberto Chile.

 

Este niño tuvo una catarata por el golpe de un familiar. Junto a su abuelo, en Cuba vio por primera vez el mar. Foto Roberto Chile.

 

A través de la Operación Milagro se operaron más de 3 millones de venezolanas y venezolanos. Foto Roberto Chile.

 

Muchos de los pacientes eran niñas y niños con cataratas congénitas y otras enfermedades que no habían podido ser atendidas por las condiciones de pobreza en que vivían. Foto Roberto Chile.

 

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