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Manglar Vivo, trabajo en conjunto entre hombre y naturaleza

  • Fecha de publicación: 15 Febrero 2021
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Manglar Vivo, trabajo en conjunto entre hombre y naturaleza
Autor: 

Lorena Chávez Fernández/ACN

La protección de los manglares resulta hoy prioridad para el Estado cubano, que no escatima esfuerzos por preservar esa barrera natural contra los huracanes, el ascenso del nivel del mar y el avance de la salinidad hacia los acuíferos y las tierras de cultivo.

No obstante, gran parte han sido afectados por causas atribuibles a la acción del hombre, y en aras de recuperarlos se implementan estrategias como el proyecto Manglar Vivo.

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Este plan lo auspició en Cuba el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la costa sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque, y lo lideraron los Ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y de Agricultura.

Propuso reducir las inundaciones costeras a través de un sistema de restauración de la primera línea de costa y de los bosques y humedales aledaños en esas regiones, para restaurar la protección de fenómenos hidrometeorológicos extremos.

El Máster en Ciencias José Manuel Guzmán Menéndez, director técnico de Manglar Vivo, compartió en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias un resumen con los resultados del proyecto, que concluyó en septiembre de 2020 tras seis años de trabajo.

Comenzó a implementarse en 2014 y empleó la Adaptación Basada en Ecosistema (ABE), aprovechando el potencial ya probado de los bosques de mangle y los humedales costeros asociados a ellos, con vistas a disminuir los efectos de la erosión de las olas y de las inundaciones costeras, según el documento.

Aunque los manglares no pueden detener el ascenso del nivel medio del mar, si reducen los impactos de las olas y modifican la morfología costera; de esa forma amortiguan la penetración del agua y, al anclar sus raíces en el substrato, atrapan los sedimentos.

Precisa el informe que el proyecto fue diseñado para mejorar la capacidad de los ecosistemas y que proporcionarán esa función de amortiguamiento, y subraya que el mangle rojo constituye la especie más efectiva en ese sentido.

Añade que los institutos de investigación, los gobiernos territoriales, las empresas forestales, el cuerpo de guardabosques y las comunidades resultaron protagonistas en su implementación.

El proceso de rehabilitación incluyó la trasformación de las condiciones del sustrato y acciones de enriquecimiento con propágulos de mangle rojo, que consisten en partes de la planta capaces de desarrollarse de manera separada.

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También resalta la construcción de una estructura de protección, formadas por estacas hincadas en el suelo marino y la restauración hidrológica, así como la siembra de posturas en el mar y el mantenimiento de los canales de las proximidades.

En áreas deforestadas se optó por el llamado método de las islas, que se basa en focalizar las labores de preparación del sitio y siembra en pequeños espacios dentro de esa zona, y en otros tramos de costa se empleó el de nichos de plantación, adecuación realizada en el suelo arenoso a partir de una excavación paralela a la costa.

Los datos precisan que para el enriquecimiento de estos bosques eliminaron y aprovecharon especies exóticas invasoras, fundamentalmente de almendra y casuarina; y plantaron especies nativas pertenecientes al bosque de ciénaga.

Se mencionan los favorables resultados, entre ellos, que a finales del último año del proyecto las hectáreas comprometidas fueron superadas en un 106 por ciento, más de casi ocho mil entre hectáreas de manglar y de bosques limítrofes, con manejos exitosos en las áreas intervenidas.

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La supervivencia de los propágulos plantados de mangle fue superior al 90 por ciento, y el establecimiento del mangle rojo mostró una respuesta positiva, también aumentó la regeneración natural y la supervivencia y el establecimiento de las especies nativas fue exitoso.

Además, la aplicación de los nuevos métodos en el contexto cubano permitió la creación de capacidades en las empresas forestales de esos territorios, las cuales son de referencia nacional en la actualidad, y existen metodologías que permiten replicar estas acciones en otras zonas del país con condiciones similares.

De igual forma, se fortalecieron las capacidades, mecanismos para la comunicación y el planeamiento conjunto entre los diferentes actores del gobierno y ministerios con vistas a asegurar que sus planes de desarrollo se armonicen y sean compatibles con la ABE.

Por ejemplo, se dio atención particular a la ubicación de los caminos y otras obras de la infraestructura a fin de que no obstruyeran las rutas de circulación de agua, y se aprobó en el plan de la economía de las dos provincias hasta el 2025, un presupuesto de 20 millones de pesos solo destinado a la recuperación de los bosques costeros.

Las experiencias de Manglar Vivo en adaptación al cambio climático constituyen unas de las principales fuentes para la implementación de la Tarea Vida a nivel nacional, y han sido empleadas para la formulación de otros proyectos en el país.

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Tal es el caso de Adaptación al cambio climático en la zona costera de Cuba con enfoque basado en ecosistemas y de Construyendo resiliencia costera en Cuba a través de soluciones naturales, en aras de la adaptación al cambio climático, financiados por el Fondo Verde del Clima y la Unión Europea, respectivamente.

Estudios posteriores evidenciaron la rentabilidad de la aplicación del enfoque ABE, pues se determinó que el dinero invertido en Manglar Vivo se multiplicó hasta seis veces, dado al valor de los servicios ecosistémicos.

Mediante análisis químico en algunas áreas del proyecto se confirmó la potencialidad de estas zonas para invertir en la explotación controlada de tales suelos como tratamiento médico.

Desarrollaron, asimismo, un plan dirigido a potenciar allí el empleo de la abeja de género Melipona, como alternativa económica para las comunidades locales y complemento a las acciones de rehabilitación de los humedales, aumentando el servicio de polinización.

Durante los años del proyecto también se realizaron acciones con las comunidades locales en aras de crear más conciencia, y se logró influenciar e involucrar a las personas en relación con la protección y restauración de los ecosistemas costeros.

Encuestas revelaron que, con respecto a los inicios del proyecto, existe un aumento de los conocimientos de los efectos negativos del cambio climático y del reconocimiento de los niveles de vulnerabilidad social de las comunidades.

Concluye el resumen que, en cuanto a la percepción del riesgo, se avanza de percepción media a una clasificable como alta, siendo mayor en niños, niñas y adolescentes en edad escolar y en adultos de más de 50 años.

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