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Las fuertes brisas de danza que «azotan» a la capital cubana, entre el 28 de octubre y el 6 de noviembre, traídas por el 26to. Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, tuvieron sus primeras ráfagas –luego de la brillante inauguración del 28 de octubre en coincidencia con el aniversario 70 del BNC, en el GTH Alicia Alonso–, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, en la Plaza de la Revolución, con la actuación del Ballet del Teatro Nacional de Praga.
La prestigiosa compañía checa de danza, la más antigua del país europeo, fue fundada hacia 1883. En el año 2002, cuando Petr Zuska, uno de los coreógrafos y bailarines checos más respetados, tomó las riendas de la dirección artística de la agrupación, amplió su repertorio más allá de las grandes obras clásicas como El lago de los cisnes, El cascanueces, La bella durmiente y Giselle, entre otras, a coreografías neoclásicas y contemporáneas como La fierecilla domada y Oneguin, de Cranko, y otras de Kylián, Balanchine, Mats Ek, Nacho Duato, Youri Vámos, Forsythe, Maillot y Jerome Robbins, por solo citar estos. El Ballet Nacional de Praga ha actuado en los escenarios más importantes del mundo.
En esta escala habanera, adonde llegan por vez primera, traen un repertorio que habla de los diferentes caminos danzarios desandados por la compañía, desde hace más de 15 años, y donde se pudo corroborar la capacidad de los bailarines para enfrentar los distintos estilos.
Abriendo el ruedo del Festival, el Ballet Nacional de Praga, en la primera jornada vespertina (29 de octubre) acercó a la escena un grupo de pas de deux de clásicos como La bella durmiente, La reina de las nieves, del ballet Cascanueces, y Don Quijote, así como Las llamas de París (pas de deux), que alternaron la escena con obras de corte más contemporáneo como el solo Just, y Vértigo, ambos firmados por Viktor Kovalinka; Ecos de un alma sin descanso, de J. Gadoni, y Mabul, de Ohad Naharin. El Ballet del Teatro Nacional de Praga se mantiene fiel a la herencia clásica como base de su arte, y su credo artístico es presentar temas tradicionales, adaptándolos a nuestros tiempos. En esa primera tarde del 26to. Festival hubo destreza y maestría en las interpretaciones, marcadas por una excelente técnica y un vibrante ritmo que al final desbordó de aplausos en el céntrico coliseo habanero. Vale destacar que, en cada una de las obras presentadas, se puso de relieve el refinamiento y la elegancia propios de este conjunto y de sus integrantes, como un buen regalo del encuentro.
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